Enric Granados se ha convertido en una de las calles más interesantes de la gastronomía barcelonesa. Y su número 10 es buena prueba de ello. Si ya destacaba la cocina nórdica de Routa, el coqueto Etapes es un digno vecino de finca.
Local de espacios modestos pero bien resueltos, incluyendo una pequeña terraza exterior que se beneficia de la tranquilidad de la zona.
Etapes elabora una propuesta basada principalmente en menús -muy ajustados en precio- y un estilo joven que recupera sabores tradicionales y los combina con las nuevas tendencias, tratando -con buen resultado- de hacer hincapié en producto de proximidad y temporada.
Mi-cuit de foie de nivel con reducción de moscatel, notable canelón de rustido con foie y crema de queso, delicado morro de bacalao confitado con salsa de ajos escalivados, buen steak-tartar -con yema de huevo de Calaf, por supuesto-, y extraordinaria composición -casi un inverso del piamontés vitello tonnato-, en forma de un jugoso atún rojo sobre salsa de ternera y juliana de judías verdes.
Buenos postres caseros, luciendo formación en Hofmann, y carta de vinos más que correcta y acompañada de buena cristalería.
En definitiva, una propuesta honesta, actual y de correctísima relación calidad-precio. Un buen trabajo que les ha valido la calificación de BibGourmand de la guía Michelin.
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